jueves, 23 de agosto de 2012

Restauración de pintura

Francisco de Goya responde por carta, fechada en 1801 a la consulta que se le hace sobre la restauración de unas pinturas. Tras visitar el taller del pintor que las realiza: (.....)  No puedo ponderar a Vuestra Excelencia la disonancia que me causó el cotejo de las partes retocadas con las que no estaban, pues en aquellas se había desaparecido y destruido enteramente el brío de los pinceles y la maestría de delicados y sabios toques del original que se conservaban en éstos, con mi franqueza natural, animada del sentimiento, no le oculté lo mal que me parecía. A continuación se me mostraron otros y todos igualmente deteriorados y corrompidos a los ojos de los profesores y de los verdaderos inteligentes, porque además he de ser constante que, cuanto más se retoquen las pinturas con pretexto de conservación, más se destruyen y que aún los mismos autores reviviendo ahora , no podrían retocarles perfectamente a causa del tono rancio de colores que da el tiempo, que es quien también pinta..
 
Pienso que es sabiduría y conocimiento de uno de los grandes pintores, considerado como el precursor de las posteriores creaciones vanguardistas del siglo XX. Pero claro, hay que restaurar y para ello están los " restauradores ", no sin decir por mi parte que en esta carta hay una gran verdad en mi modesta opinión. He visto en exposiciones de grandes maestros obras restauradas y barnizadas, hasta resultar tan excesivante brillantes y apelmazadas en sus retoques, que no resultaban nada agradables a pesar de su belleza y grandiosidad.
Lo que ha pasado en  ese pueblecito de Zaragoza, bueno,  creo que será difícil recomponer lo que esa pobre señora ha hecho,  indudablemente sin intención y sin saber lo que hacia, pero está complicado. Y la verdad,  la pintura con su humedad y su salitre y todo era una maravilla esa cara y esa dulce mirada que como dijo su autor Elias García Martinez  " fueron dos horas de oración ".

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