jueves, 27 de septiembre de 2012

La Fábula de los Ciegos / Herman Hesse /

Durante los primeros años del hospital de ciegos, como se sabe, todos los internos detentaban los mismos derechos y sus pequeñas cuestiones se resolvían por mayoría simple, sacándolas a votación. Con el sentido del tacto sabían distinguir las monedas de cobre y las de plata, y nunca se dio el caso de que ninguno de ellos confundiese el vino de Mosela con el de Borgoña. Tenían el olfato mucho más sensible que el de sus vecinos videntes.Acerca de los cuatro sentidos consiguieron establecer brillantes razonamientos, es decir que sabían de ellos cuanto hay que saber y de esa manera vivían tranquilos y felices en la medida en que tal cosa sea posible para unos ciegos.
Por desgracia sucedió entonces que uno de sus maestros, manifestó la pretensión de saber algo concreto acerca del sentido de la vista, pronunció discursos, agitó cuanto pudo, ganó seguidores y por último consiguió hacerse nombrar principal del gremio de los ciegos. Sentaba cátedra sobre el mundo de los colores, y desde entonces todo empezó a salir mal.
Este primer dictador de los ciegos empezó por crear un círculo restringido de consejeros, mediante lo cual se adueño de todas las limosnas. A partir de entonces nadie pudo oponersele y sentenció que la indumentaria de todos los ciegos era blanca. Ellos lo creyeron y hablaban mucho de sus hermosas ropas blancas, aunque ninguno de ellos llevaba tal color. De modo que el mundo se burlaba de ellos, por lo que se quejaron al dictador. Este los recibió de muy mal talante, los trató de innovadores, libertinos y de rebeldes, que adoptaban las necias opiniones de las gentes que tenían vista. Eran rebeldes porque,  caso inaudito, se atrevían a dudar de la infalibilidad de su jefe. Esta cuestión suscitó la aparición de dos partidos.
Para sosegar los ánimos el sumo príncipe de los ciegos lanzó un nuevo edicto, que declaraba que la vestimenta de lo ciegos era roja. Pero esto tampoco resultó cierto, ningún ciego llevaba prendas de color rojo, las mofas arreciaron y la comunidad de los ciegos estaba cada vez más quejosa. El jefe montó en cólera y los demás también. La batalla duró largo tiempo y no hubo paz hasta que los ciegos tomaron la decisión de suspender provisionalmente todo juicio acerca de los colores, Por su parte ,  sin embargo siguió firmemente convencido de que los sordos eran las únicas personas autorizadas a opinar en materia de música.
( Herman Hesse, escritor, poeta y pintor suizo de origen alemán), escribió esta fábula dicen que inspirada en Voltaire..

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